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E l pasado verano, cerca del final de mi vida madres, me desperté en mi habitación infancia en el medio de la noche en una fiebre de pánico. Mi corazón estaba zumbido, mientras mi mente. En 1819, el Inglés poeta John Keats llama ansiedad una vigilia angustiosa, y así fue conmigo. Alivio parecía imposible. Entonces tuve una idea. Entré en la habitación donde mi madre se estaba muriendo y encontró el nursea hospicio gentil, generoso soulsitting en silencio junto a mi madre mientras dormía. Ella levantó la vista del libro de bolsillo de grasa. ¿Quieres tomarla de la mano, preguntó. No yo dije. Im que buscaba la Ativan. La enfermera volvió a su libro, y se fue a hurgar en los envases. Punto cinco miligramos y quince minutos más tarde, el medicamento contra la ansiedad prescrito a mi madre había obligó a seguir mis receptores GABA, y yo era lo suficientemente tranquilo para dormir. Después, me sentí la punzada ocasional de pesar por mis prioridades en ese momento. Entonces un amigo me dijo que había birlado drogas de su madre justo-muertos para hacer frente a su propia ansiedad creciente. Me alegré por ella, ella dijo. En mi cocina Brooklyn en diciembre pasado, poco después de que un informe circulado acerca de los veterinarios que utilizan Xanax para tratar el trastorno postraumático de estrés en los perros militares, un vecino mencionó que ella había comenzado a llevar a Xanax en su bolso después de su primer hijo jardín de infantes de ejecución, para el alivio de la ansiedad por separación incontrolable que sentía cada vez que se abordó el metro y se dirigió a trabajar. Era tan obvio que el tiempo pasaba, y nunca pude recuperarlo, me dijo. Otro amigo, el sostén de su familia, comenzó a tomar Xanax cuando vio que ella estaba a punto de perder el empleo, y luego aumentó su dosis cuando lo hizo. Alrededor de Acción de Gracias, me encontré sentado en un avión junto a un graduado FIT joven en un chaleco de piel de conejo. Antes del despegue, se coloca cuidadosamente un pastillero de rodillas, arrancó una pequeña tableta, y se la tragó. problemas de control, dijo dulcemente, y me dio una hermosa sonrisa. A medida que nos convertimos en suspensión en el aire, ella extendió la mano y agarró mi mano. Si los años noventa fueron la década de Prozac, todos los ojos hundidos y deprimido, entonces esta es la era de Xanax, todo nervioso y nervioso y falta de aliento. En Prozac Nation, publicado en 1994, Elizabeth Wurtzel describe un Nueva York que hoy parece tan antigua como la dictada por Edith Wharton. En el libro, que evoca una época en que los veinteañeros vivían en Soho lofts, vestidos para fiestas con vestidos de gasa negro, y terminaron la noche llorando en el piso del baño. Hace veinte años, justo antes de que Kurt Cobain le voló la cabeza con una escopeta, que era genial para Kate Moss a rondan la ciudad desde los laterales de los autobuses con un rostro como una tienda vacía y para Wurtzel a confesar en la impresión de que ella entretenidos fantasías de liquidación, como Plath o Sexton, un talento enorme que murió demasiado pronto, joven y triste, un cadáver con la cabeza en el horno. Esto no quiere decir que la depresión clínica es siempre un nombre statementits moda. La ansiedad también puede ser un problema médico grave, por supuesto. A veces precede a la depresión ya menudo se enreda con ella (que es la razón por fármacos del tipo de Prozac se prescriben para la ansiedad también). Pero la ansiedad tiene una segunda vida como un modo de pensar más general y fuerte carácter cultural, que se define por una obsesión con un futuro incierto. Las personas ansiosas hacen hincapié en los posibles resultados negativos y asumen la responsabilidad (irracional y desproporcionada) para la fijación de los desastres que imaginan va a producir. ¿Cuál es muy silenciosa, su horror-show crescendo lo Xanax fue diseñado para suprimir. Tres años y medio de la sensación de inestabilidad económica crónica, la siempre hacer un ping de la alerta de nuevo correo electrónico, las voces insistentes de profeta-expertos que grito que desastre nuclear, ambiental, política, o generada por terroristas es cierto han juntos convertido una nación deprimida en uno perennemente ansioso. Los editores de The New York Times se están ejecutando una columna semanal sobre la ansiedad en su sección de opinión con esta lógica indiscutible: Nos preocupa.
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